¿No es suficiente? Mons. Braz de Aviz no se queda ahí y explica muy claramente cómo la Iglesia no puede prescindir de la vida consagrada, pues ésta nace de una llamada de Dios, vivida en la línea de los fundadores, y adaptada a nuestro tiempo de hoy.
Además, se manifiesta satisfecho de la Asamblea de la Unión de Superiores Generales, donde le ha llamado la atención la diversidad, la pluralidad, pero la ilusión que hay. Por eso, llama también a una relación mutua entre superiores generales y la Santa Sede, a veces marcada por las dificultades, pero que ha de verse superadas por la confianza, algo que señala esencial. La apertura al diálogo es la base de cualquier entendimiento, porque en el fondo está la meta de alcanzar juntos esa comunión tan esencial para nuestra vida, en Cristo Jesús.
Por todo ello, para Mons. Braz de Aviz, la Vida Religiosa ha de volver a buscar hoy y siempre su esencia en Jesús, en su fe, y tanto los obispos como los religiosos, cooperar en la construcción de la Iglesia, a quien todos pertenecen.
Puedes leer la entrevista completa (aquí).
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